Hoy desayunábamos con la noticia de que un joven con Fibrosis Quística, debutaba con la Selección Australiana de rugby.
La Superación en personas con fibrosis Quística parece no tener límites y esta noticia es un claro ejemplo de ello.
Nathan Charles es esa persona cuya historia comenzó ya hace 25 años.
A los tres meses le diagnosticaron la enfermedad y, desde entonces, él y su familia empezaron una denodada lucha por retrasar una muerte anunciada. Aquel día los médicos dijeron a sus padres que su hijo quizás no llegaría a los diez años. El pasado sábado, ya con 25, Nathan Charles debutó en la poderosa selección australiana de rugby al tiempo que lucha por elevar su esperanza de vida, fijada ahora en 37 años.
Charles llevó en secreto su patología durante muchos años, pero ahora incluso es el embajador de la enfermedad en su país. Allí la prensa asegura que su caso es único en el mundo, que nadie con fibrosis quística juega profesionalmente en un deporte de contacto.
«Antes no tenía ganas de hablar públicamente de ello. No pensaba que me impediría jugar a rugby, pero me preocupaba que cambiase la percepción de la gente. Ahora veo que, si se conoce, puede ayudar a crear conciencia sobre la enfermedad, así que me siento muy honrado si mi ejemplo puede servir a los que sufren».
El diagnóstico precoz de la fibrosis quística (FQ) ha ayudado al bravísimo talonador australiano, pero su caso no deja de ser otro milagro deportivo.
Es una enfermedad genética, crónica y degenerativa que afecta sobre todo a los pulmones y el aparato digestivo, entre otros órganos. Habitualmente los afectados sufren problemas respiratorios y necesitan cuidados permanentes, controles médicos periódicos y mucha dedicación por parte de la familia.
Cuando la FQ se describió en los años 30, más de la mitad de los niños moría en el primer año de vida. Con trasplantes de pulmón y otros avances, la esperanza de vida ha ido subiendo hasta una media de 40 años, pero aún es incurable. Hacer deporte está recomendado en la terapia, pero otra cosa es practicarlo de forma profesional en una disciplina tan exigente como el rugby. «Parece que Nathan ha desafiado la ciencia y la lógica», sentencia el seleccionador ‘wallaby’, Ewen McKenzie.
«Si ves los síntomas habituales de la fibrosis quística, no es el mejor escenario desde el punto de vista deportivo, pero él tiene una historia verdaderamente única.
En el equipo funciona como el resto de jugadores», añade McKenzie. Charles debutó el sábado en Melbourne ganando a Francia por 6-0, la puntuación más baja de la historia entre ambas selecciones, un marcador que contrastó con la exuberante victoria de la semana anterior en Brisbane (50-23).
Nathan es un tiarrón fuerte de 1,83 m de estatura y 104 kgs de peso, armazón necesario para bregarse como talonador que es. «Para mí ser jugador de rugby es una forma de mantener buena salud. Juego desde los cinco años y no tenemos que pensar que la enfermedad sea una barrera», afirma Charles en la prensa australiana.
20 pastillas
«En la última década la esperanza de vida ha pasado de 27 a 37 años, pero con la investigación y las pruebas médicas, de las que yo también formo parte, espero que los doctores hallarán alguna cosa que la alargará todavía más. Quiero que la gente se haga una idea de mí en función de lo que haga en el campo y de lo que soy realmente. No quiero compasión», se sincera el jugador, que debe tomar 20 pastillas diarias entre medicamentos y vitaminas.
En este sentido el mes pasado conoció en Ciudad del Cabo el caso de un primo del talonador sudafricano Schalk Burger, a quien le diagnosticaron la fibrosis quística a los 15 años. «Vive a miles de kilómetros de mí, pero sus padres me explicaron que en aquel momento él se inspiró en mi experiencia. Para mí fue una auténtica lección de humildad. Permitir que la gente crea que puede hacer realidad sus sueños es un sentimiento maravilloso», asegura Nathan, también licenciado en Artes y Ciencias con especialización en Historia y Negocios.
Nacido en Sydney, Nathan acabó 5º en el Mundial sub’20 de 2008. Firmó su primer contrato profesional un año despuéscon los Brumbies de Canberra, pero no debutó hasta 2010 en la máxima categoría, la Super 15, con Western Force (Perth). En 2011 tuvo un breve paso por el Gloucester inglés antes de regresar en 2012 a Perth, aún su equipo actual.
Su debut absoluto con Australia se pospuso por culpa de una lesión en la rodilla derecha que le dejó 11 meses de baja. Él cree que es mejor jugador tras su regreso.
«Es más un tema mental que otra cosa, pero creo que puedo ser más dominante: no tener cuidado por lo que el cuerpo tendrá que soportar, simplemente hacerlo yendo lo más fuerte que pueda tanto tiempo como pueda».
Semejante declaración choca con la prudencia y cuidados que deben tener normalmente los afectados de FQ. «Un simple resfriado puede convertirse en una infección grave de pecho», admite él, que mantiene que el ejercicio es la mejor forma de controlar los peligros latentes de su patología.
«Quiero llegar a algún lugar y conseguir algo gracias a mi rendimiento y habilidad como jugador de rugby. Quiero ser juzgado por mi actuación en el campo más que por la enfermedad que tengo»,
insiste él, que un día resolvió que jamás se rendiría por más que su vida tenga, si la ciencia no lo impide, una maldita y cercana fecha límite.
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